Bodas de oro de Valentino
Valentino Garavani siempre ha insistido en que sus creaciones sen las mejores en términos de lujo, calidad y acabados. Y para ello ha trabajado siempre en cuerpo y alma, con la pasión que mueve a un genio.
A los diecisiete años dejó su Voghera natal, en la Lombardía italiana, para instalarse en París. Trabajó en Jean Dessès y en Guy Laroche como stagiere. Y en 1959, terminado su aprendizaje, se lanzó a la aventura y abrió su propia casa de costura en la Via Condotti de Roma.Pese a haber tenido que superar algún que otro escollo económico, Valentino siempre consiguió salir adelante, valiéndose de contratos de licencias o de reajustes, pero jamás haciendo recortes a la calidad. Por eso vestir de Valentino confiere elegancia, distinción y clase. Sus diseños son favorecedores y en sus desfiles se pueden leer historias, dejar volar la imaginación y dar rienda suelta a la ensoñación en cada salida. Y eso no sólo se consigue con el diseño, sino que hay que llevarlo a cabo trabajando siempre con los mejores materiales. En 2002, poco antes de la retirada del diseñador, la casa fue vendida al grupo Marzotto. Los nuevos dueños de la casa han entendido el mensaje y han seguido apostando a través de los diseñadores Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli por dar continuidad al estilo que empezara Valentino.
Los archivos de la casa están bien nutridos de material porque un vestido de Valentino siempre es garantía de belleza clásica. Él es un maestro absoluto que convirtió su moda en arte, sin descuidar la perfección en el patronaje. Su estrategia creativa se mantiene viva en su casa, con un estilo fluido y opulento que obtuvo el beneplácito de la crítica, y una síntesis de feminidad, lujo y modernidad que conquistaron al mundo.
Mezcla de bravura italiana , refinamiento parisino y una pincelada de glamour hollywoodiense, Valentino ha creado una mujer orgullosa y sofisticada. Y supo forjarse una leyenda que hoy cumple 50 años –y a la que Maria Grazia y Pier Paolo mantienen el pulso– y que repasamos en imágenes.
Dos grandes inauguraciones ha tenido la casa Valentino en los últimos meses. La primera, el museo virtual con toda la historia de la marca y la segunda, la apertura de una tienda-palazzo en
Valentino tuvo claro su destino desde los inicios. A la edad en que otros jóvenes entraban a la universidad, él abandonó su ciudad para poner rumbo a París. La costura era su meta y le estaba esperando. Valentino fue a parar a los talleres de Jean Desès, donde trabajó como aprendiz. En aquel momento, uno de sus compañeros era Guy Laroche. Laroche dejó el taller para emprender su andadura en solitario, y cinco años después de abandonar la casa se encontró –de manera casual– con Valentino, al que instó a unirse a su firma. Él aceptó la oferta y continuó su formación el taller de Guy Laroche, su antiguo compañero de fatigas.
Los referentes del diseñador pueden encontrarse en los aspectos más remotos, pero el resultado final siempre responde a una misma tónica: la elegancia. El equipo que rodeaba al diseñador –encabezado por Giancarlo Giammetti– fue el primero en trasladar a toda una campaña el espíritu de una colección. Ajeno a las tendencias, Valentino sólo ha sido fiel a sí mísmo y a su deseo de embellecer a las mujeres.
Valentino cayó rendido ante los encantos de un color que le pertenece por derecho propio, el rojo. De entre todas las mujeres que vio en aquella visita, una –vestida de rojo– hechizó al diseñador. Colección tras colección, Valentino siempre tuvo un diseño para consagrarlo a su color de referencia. La empresa Pantone –catalogador e identificador de colores– bautizó este color con el nombre del diseñador.
En un momento de profunda agitación cultural y social, llena de piscodelia y en medio de un estallido de colores, Valentino Garavani presentó –el último en hacerlo– una colección consagrada al color blanco en la Sala Bianca del Palacio Pitti. Al margen de su arrojo por marcar su impronta estética por encima de las tendencias, la colección fue mítica al ser la que contenía el vestido de boda de Jackie Onasis. Otras ilustres socialités, como Farah Diba al salir de Irán, o Liz Taylor cuando conoció a Richard Burton también vistieron prendas de Valentino
Recopilado vogue es